
Coro de Cámara “Mateo Guerra” (FOFGC)
Soyong Cha · Raia Lubomirova
Juan Antonio Sanabria · Eric Torres
Nauzet Mederos (piano I) · Javier Santana (piano II)
Sergio Alonso (órgano)
Luis García Santana, dirección musical
(Duración aproximada del concierto : 75 minutos)
Gioacchino Rossini (1792-1868)
Petite Messe Solennelle
Para Soprano, alto, tenor y bajo solistas, Coro, dos pianos y órgano.
Estrenada en en la Casa de los Pillet-Will el 14 de marzo de 1864.
KYRIE
GLORIA
Gloria in excelsis Deo
Laudamus te
Gratias agimus tibi
Domine Deus
Qui tollis
Quoniam
Cum sancto Spiritu
CREDO
Credo in unum Deum
Crucifixus
Et resurrexit
Et vital venturi
Offertorio (Prélude religieux)
SACTUS
AGNUS DEI

La “Petite Messe Solennelle”, fue el testamento musical del genio de Pésaro Gioacchino Rossini. Escrita cuando ya llevaba más de treinta años retirado de los escenarios líricos, en esta Misa de salón la subversión permanente, el genio en fuga y la mirada melancólica se aúnan en una obra que valiéndose de viejos mimbres consigue mirar al futuro en un momento que los Donizetti y Verdi ya se encuentran consagrados.
La socarronería y vitalidad del compositor se dan la mano en una partitura llena de guiños humorísticos (Allegro cristiano del Credo, la proliferación de ritmos de marcha), de soleadas partes vocales, brillante como siempre en la parte de tenor y de extrema belleza expresiva en las partes femeninas (Crucifixus o Agnus Dei) y de esa sapiencia técnica que Rossini se guardó en muchas ocasiones para lograr la celebridad internacional que tuvo en la primera parte del Siglo XIX. Él mismo decía “Qué pena no haber nacido alemán para sacarme más partido”. Apodado “Il Tedeschino” (el alemancito) por sus compatriotas por su dominio de la técnica contrapuntística, aquí expuesta en dos brillantísimas fugas dobles, especialmente bella “Cum sancto spiritu” de rotundos contornos vocales y sutileza expresiva. La “Petite Messe Solennelle” que no tiene nada de pequeña, poco de religiosa y mucho de pecado de vejez es la manera en la que Rossini dice al mundo “ved el compositor que pude haber sido”. Admirable en las proporciones, comercial hasta la medula (el Kyrie inicial actúa como un imán que atrae al espectador por su extraordinario sentido del pathos), original en el enfoque formal (Preludio religioso o Sanctus), melodías de belleza arrebatadora (Qui tollis, O Salutaris) y una escritura vocal, tanto en los solistas como en el coro, sapientísima, que explota todas sus cualidades con atención especial al color, algo que sólo se puede apreciar más adelante en la música coral de Brahms.
El humor y la sensibilidad, la vitalidad y las profundas convicciones artísticas encuentran el retrato final de Rossini el hombre en esta anécdota : dicen que Rossini sólo lloró tres veces en su vida, con el fracaso de su primera ópera, al escuchar a Paganini tocar el violín y cuando un pavo trufado se cayó por la borda de un crucero en el que viajaba…
Dedicatoria aparecida en el manuscrito de la partitura al final del Agnus Dei:
“Buen Dios,
Aquí está terminada esta pobre “petite” Misa.
¿Es música sagrada lo que acabo de hacer o bien
Sagrada música?
Yo nací para la ópera buffa
¡Tú lo sabes bien!
Un poco de ciencia, un poco de corazón
Todo eso está aquí. Sé, pues, benigno, y concédeme
El Paraíso.”
1 comentario:
Gran concierto, espectaular. Muchas felicidades a todos los componentes del Coro Mateo Guerra.
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